Eva se sorprendió de lo rápido que consiguió el taxi aquella noche. Lo que no sabía era que el conductor lo había robado apenas 5 minutos antes.
Distraída chateando por teléfono, tampoco vió, que el destino no era el que le había dado al conductor.
Su corazón se heló cuando el vehículo paró y estaba en medio de un bosque.
Quiso escapar corriendo, pero apenas a los diez pasos ya estaba en el suelo con él encima.
El le hablo al oído, con una voz de culebra que pese a no entenderlo, sabía lo que quería.
Suplicó, pero fue inútil.
Replegó las piernas hasta alcanzar sus pies con las manos, y su violador satisfecho bajó la guardia y el pantalón, viéndose triunfal.
Eva se quitó los zapatos y con un súbito movimiento clavó los tacones en los ojos de su atacante que cayó desplomado.
Volvió a casa en taxi, conduciendo y descalza…
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